lunes, 31 de agosto de 2015

Fecundación y nidación

Fecundación y Nidación
Introducción
El desarrollo humano comienza con la fecundación, cuando un gameto masculino o espermatozoide se une a un gameto femenino u ovocito para formar una sola célula, el cigoto. El cigoto contiene cromosomas y genes derivados de la madre y el padre, siendo primeramente unicelular, se divide muchas veces por medio de división celular, mientras a su vez migra, crece y se diferencia.
Antes de describir la fecundación y la nidación, es necesario comprender el origen de las células que lo permiten, por lo que se revisa  a continuación el tema de gametogenia.
Gametogenia
Los gametos masculino y femenino (espermatozoide y ovocito), son células sexuales altamente especializadas. Cada una de ellas contiene la mitad del número de cromosomas (número haploide) presentes en las células somáticas (corporales). El número de cromosomas se reduce durante la meiosis. La maduración de los gametos se denomina espermatogenia en los hombres y ovogenia en las mujeres.
La gametogenia es el proceso de formación y desarrollo de las células reproductoras especializadas, los gametos. Este proceso, en el que intervienen los cromosomas y el citoplasma de los gametos, prepara a estas células sexuales para la fecundación.
Meiosis
La meiosis es un tipo especial de división celular que abarca dos divisiones celulares meióticas y ocurre únicamente en las células germinales. Las células germinales diploides dan lugar a los gametos haploides (espermatozoides y ovocitos).
La primera división meiótica es una división reductiva porque el número de cromosomas se reduce de diploide a haploide, emparejándose los cromosomas homólogos en la profase y segregándose en la anafase, encaminándose al azar un representante de cada pareja a cada polo del huso meiótico. El huso se conecta al cromosoma por el centrómero. En este estadio, se habla  de cromosomas con doble cromátida. Los cromosomas X e Y no son homólogos pero poseen segmentos homólogos en los extremos de sus brazos cortos. Sólo se emparejan por estas regiones. Al finalizar la primera división meiótica, cada nueva célula formada (espermatozoide secundario y ovocito secundario) posee el número haploide de cromosomas, es decir, la mitad del número de cromosomas de la célula procedente (espermatozoide primario u ovocito primario). Esta separación o disyunción de los cromosomas homólogos emparejados constituye la base física de la segregación, la separación de los genes alélicos durante la meiosis.
La segunda división meiótica sigue a la primera sin una interfase normal (es decir, sin el paso intermedio de la replicación del ADN). Cada cromosoma se divide y cada mitad, o cromátida, es atraída hacia un polo diferente; de ahí que se conserve el número haploide de cromosomas (23) y que cada célula hija formada por la meiosis posea el número haploide reducido de cromosomas, con un representante de cada pareja cromosómica (ahora un cromosoma de una sola cromátida). La segunda división meiótica se parece a una mitosis ordinaria, salvo en el número de cromosomas de la célula que entra en la segunda división meiótica, que es haploide.
Correlación clínica: la falta de disyunción durante la meiosis determina la formación de gametos cromosómicamente anómalos, si estos intervienen en la fecundación, se produce un desarrollo anómalo como el Síndrome de Down.
Espermatogenia
La espermatogenia es la secuencia de episodios por el que las espermatogonias se transforman en espermatozoides maduros. Esta maduración comienza en la pubertad. El número de espermatogonias, que han permanecido latentes en los túbulos seminíferos desde el período fetal, comienza a incrementarse en la pubertad. Después de varias divisiones mitóticas, las espermatogonias crecen y se modifican.
Las espermatogonias se transforman en espermatocitos primarios, las células germinativas más grandes de los túbulos seminíferos. Cada espermatocito primario sufre luego una división reductiva –la primera división meiótica-para generar dos espermatocitos secundarios haploides, cuyo tamaño corresponde aproximadamente a la mitad del de los espermatocitos primarios.  A continuación, los espermatocitos secundarios experimentan una segunda división meiótica para producir cuatro espermátidas haploides, cuyo tamaño se corresponde aproximadamente con la mitad del de los espermatocitos secundarios. Las espermátidas se transforman gradualmente en cuatro espermatozoides maduros en un proceso conocido como espermiogenia. Todo el proceso de la espermiogenia dura unos 2 meses. Cuando los espermatozoides están listos (al final de la espermiogenia) entran a los túbulos seminíferos, luego al epidídimo (almacenamiento y fin de la maduración) y al ser expulsados pasan por la uretra. En los túbulos seminíferos, los espermatozoides son nutridos por las células de Sertoli.
Ovogenia
La ovogenia (oogenia) es la secuencia de episodios por los que las ovogonias se transforman en ovocitos maduros. Este proceso de maduración comienza antes del nacimiento y termina después de la pubertad. La ovogenia continúa hasta la menopausa, que es el cese permanente de la menstruación.
Maduración prenatal de los ovocitos
Durante la vida fetal incipiente, las ovogonias proliferan por mitosis. Las ovogonias crecen para formar los ovocitos primarios antes de nacer. A medida que se forma el ovocito primario, las células del tejido conjuntivo lo rodean y crean una sola capa de células epiteliales aplanadas y foliculares. El ovocito primario encerrado por esta capa de células constituye un folículo primordial. Conforme crece el ovocito primario durante la pubertad, las células epiteliales foliculares se tornan cuboidales y luego cilíndricas, creando el folículo primario. El ovocito primario se rodea enseguida de una cubierta de material glucoproteínico acelular amorfo, la zona pelúcida.
Los ovocitos primarios inician la primera división meiótica antes del nacimiento pero la profase no termina hasta la adolescencia. Las células foliculares que rodean al ovocito primario secretan, al parecer, una sustancia, el inhibidor de la maduración ovocítica, que mantiene suspendido el proceso meiótico del ovocito.

Maduración posnatal de los ovocitos
A partir de la pubertad, cada mes madura un folículo y tiene lugar la ovulación, salvo que se tomen anticonceptivos orales. La larga duración de la primera división meiótica (hasta 45 años) puede explicar, en parte, la frecuencia relativamente alta de errores meióticos, como la falta de disyunción, que se ve con el aumento de la edad materna.
Los ovocitos primarios con la profase suspendida (diploteno) son vulnerables a los agentes ambientales, como las radiaciones. Después del nacimiento las niñas no forman ningún ovocito primario, a diferencia de la producción continua de espermatocitos primarios por los niños. Los ovocitos primarios permanecen latentes en los folículos hasta la pubertad. Cuando madura un folículo, el ovocito primario aumenta de tamaño poco antes de la ovulación, termina la primera división meiótica para dar el ovocito secundario y el primer corpúsculo polar. El ovocito secundario recibe casi todo el citoplasma y el corpúsculo polar degenera. En la ovulación, el ovocito secundario inicia la segunda división meiótica, pero sólo llega hasta la metafase y luego se detiene la división. Si el espermatozoide penetra el ovocito secundario, se termina la segunda división meiótica. Se forma una nueva célula que es la que retiene casi todo el citoplasma (el ovocito fecundado) y el segundo corpúsculo polar). En cuanto se expulsa el corpúsculo polar, finaliza la  maduración del ovocito.
Los ovarios de una niña recién nacida contienen aproximadamente dos millones de ovocitos primarios pero la mayoría degenera durante la infancia, por lo que en la adolescencia no quedan más de 40.000. De estos, sólo unos 400 se convertirán en ovocitos secundarios y se expulsarán con la ovulación durante el período fértil.
Comparación de los gametos
El ovocito es una célula muy voluminosa si se compara con el espermatozoide, y además es inmóvil, mientras que el espermatozoide microscópico es sumamente móvil.
El ovocito está rodeado por la zona pelúcida y una capa de células foliculares, la corona radiada. El ovocito también posee abundante citoplasma.
En cuanto a la rotación de los cromosomas sexuales, hay dos tipos de espermatozoides normales: 23X y 23Y, mientras que sólo existe un tipo de ovocito secundario 23X.
La diferencia en la dotación de cromosomas sexuales de los espermatozoides constituye la base de la determinación sexual primaria.
Decidua
La decidua corresponde a un endometrio especializado muy modificado durante el embarazo. La decidualización (transformación del endometrio secretor en decidua) depende de la acción de estrógenos y progesterona, así como de factores secretados por el blastocisto en proceso de implantación.
William Hunter un ginecólogo británico aportó la primera descripción a la membrana decidual. La decidua se clasifica en 3 partes de acuerdo a su posición anatómica. Aquella situada directamente debajo de la implantación del blastocisto se modifica por la invasión del trofoblasto y se convierte en la decidua basal. La decidua capsular cubre al blastocisto en crecimiento y lo separa inicialmente del resto de la cavidad uterina. El resto del útero se halla revestido por la decidua parietal algunas veces llamada decidua vera.
Fecundación
El lugar habitual de la fecundación es la ampolla de la trompa uterina.
La fecundación es una secuencia compleja de sucesos moleculares coordinados que comienza por el contacto entre un espermatozoide y un ovocito secundario.
La fecundación  es una secuencia de acontecimientos coordinados:
·         Paso del espermatozoide a través de la corona radiada: La dispersión de las células foliculares de la corona radiada y la zona pelúcida se debe a la acción de la enzima hialurodinasa liberada desde el acrosoma.
·         Penetración de la zona pelúcida: Es la fase esencial para la fecundación. La acción de las enzimas esterasas, acrosina y neuraminidasa disuelven la zona pelúcida. Luego ocurre la reacción zonal en la que la zona pelúcida se vuelve impermeable.
·         Fusión de las membranas plasmáticas del ovocito y el espermatozoide: Las membranas plasmáticas del ovocito el espermatozoide se fusionan. La cabeza y la cola del espermatozoide entran el citoplasma del ovocito pero la membrana plasmática del espermatozoide se queda rezagada.
·         Finalización de la segunda división meiótica del ovocito y formación del pronúcleo femenino. La penetración del ovocito por el espermatozoide estimula al ovocito para que termine la segunda división meiótica y forma un ovocito maduro y un segundo corpúsculo polar. Después se forma el pronúcleo femenino.
·         Formación del pronúcleo masculino: Dentro del citoplasma del ovocito, el núcleo del espermatozoide crece para dar el pronúcleo masculino y la cola del espermatozoide degenera. El ovocito que contiene dos pronúcleos haploides se denomina óotide.
·         En cuanto los productos se fusionan en único agregado diploide de cromosomas, el óotide se transforma en cigoto. Los cromosomas del cigoto se disponen sobre un huso de segmentación que prepara la segmentación del cigoto.

Segmentación del Cigoto
La segmentación consiste en divisiones mitóticas repetidas del cigoto que determinan un rápido aumento en el volumen de células. Estas células embrionarias denominadas blastómeros van reduciendo su tamaño con cada división.
La segmentación ocurre  normalmente cuando el cigoto recorre la trompa en dirección al útero. Durante la segmentación el cigoto permanece dentro de la zona pelúcida. La división del cigoto en blastómeros comienza unas 30 horas después de la fecundación.
Cuando existen entre 12 y 32 blastómeros el ser humano en desarrollo se denomina mórula. La mórula esférica se forma unos 3 días después de la fecundación y entra al útero.

Formación del blastocisto
Poco después de que la mórula entre en el útero, aparece en su interior una cavidad llena de líquido la cavidad blastocística. El líquido pasa de la cavidad uterina a través de la zona pelúcida, para crear este espacio. Conforme la cavidad blastocística se llena de líquido, separa los blastómeros en dos porciones.
Una capa celular externa y delgada, el trofoblasto (del griego trophe, nutrición), que da lugar a la porción embrionaria de la placenta.
Un grupo de blastómeros centrales, la masa celular interna, que da lugar al embrión, como este es el primordio del embrión a la masa celular se le llama embrioblasto.
 Durante este estadio del desarrollo, blastogenia¸ se denomina blastocisto al fruto de la concepción.
El blastocisto
En las etapas más tempranas del desarrollo del blastocisto humano, la pared de la vesícula blastodérmica primitiva consta de una sola capa de ectodermo. Tan temprano como 4 o 5 días después de la fecundación, la blástula de 58 células se diferencia en 5 células productoras del embrión, la masa celular interna, y 53 destinadas a formar el trofoblasto.
Resulta interesante que el blastocisto de 107 células no sea de mayor volumen que en etapas más tempranas de la segmentación a pesar del líquido acumulado. Sus dimensiones son de 0.155mm de diámetro, similares a las del cigoto inicial posfecundación. En esta etapa las 8 células productoras del embrión están rodeadas por 99 células de trofoblasto, y el blastocisto se libera de la zona pelúcida como resultado de la secreción de proteasas específicas por las glándulas endometriales en fase secretora.
El desprendimiento de la zona pelúcida permite a las citocinas y hormonas producidas por el blastocisto influir de manera directa sobre la receptividad endometrial. Se han acumulado pruebas de que el blastocisto secreta IL-1α e IL-1β y que esas citocinas pueden influir de manera directa en el endometrio. Se ha demostrado que los embriones secretan gonodotropina coriónica humana que podría influir en la receptividad endometrial. Se cree que el endometrio receptivo responde con la producción del factor inhibidor de la leucemia y el factor estimulante de colonias 1. Estos incrementan la producción de proteasas por el trofoblasto, que fragmentan las proteínas de la matriz extracelular endometrial seleccionadas y permiten la invasión del trofoblasto.
Implantación
La implantación del embrión en la cavidad uterina es una característica común de todos los mamíferos. En los seres humanos ocurre seis a siete días después de la fecundación.
Este proceso puede dividirse en tres fases. (1) Aposición, adosamiento inicial del blastocisto a la pared uterina, (2) Adhesión, aumento del contacto físico entre el blastocisto y el epitelio uterino e (3) Invasión, penetración o invasión del sincitiotrofoblasto al interior del endometrio, el tercio interno del miometrio y la vasculatura uterina.
La implantación exitosa requiere de la cebación apropiada del endometrio receptor por los estrógenos y la progesterona. La receptividad uterina se limita a los días 20-24 del núcleo. La adherencia al epitelio tiene la mediación de receptores de superficie celular en el sitio implantación que interactúan con los receptores del blastocisto.
El desarrollo del epitelio receptivo es secundario a la producción pos-ovulatoria de estrógenos y progesterona del cuerpo lúteo.
Si el blastocisto llega al endometrio después del día 24 del ciclo, su posibilidad de adherirse disminuye por la síntesis de glucoproteínas que evitan la interacción con los receptores del blastocisto.
En el momento de su interacción con el endometrio, el blastocisto está constituido por 100 a 250 células y se adhiere laxamente al epitelio endometrial por un proceso denominado aposición que ocurre por lo general en el endometrio de la pared posterosuperior del útero.
Diferenciación del trofoblasto
Para el octavo días posfecundación, después de la implantación inicial, el trofoblasto se ha diferenciado en un sincitio externo multinucleado, el sincitiotrofoblasto primitivo y una capa de células mononucleares primitivas, el citotrofoblasto
Después del término de la implantación, el trofoblasto se diferencia aún más por  dos vías principales lo que da origen al trofoblasto de las vellosidades y al extravelloso. Ambas vías crean una población de células de trofoblasto que poseen funciones distintas cuando entran en contacto con tejidos maternos.
Del trofoblasto de las vellosidades surgen las vellosidades coriónicas que transportan en especial oxígeno y nutrimentos desde la madre al feto. El trofoblasto extravelloso migra hacia el interior de la decidua y el miometrio y también penetra en la vasculatura materna. De forma adicional el trofoblasto extravelloso se clasifica en trofoblasto intersticial y trofoblasto intravascular. El trofoblasto intersticial invade la decidua y al final penetra en el miometrio para formar las células gigantes del lecho placentario. Estas células del trofoblasto también rodean a las arterias espirales. El trofoblasto intravascular ingresa a la luz de las arterias espirales.
Desarrollo embrionario después de la implantación
Invasión Trofoblástica temprana
Después de la erosión suave entre las células epiteliales del endometrio superficial, las células invasivas del trofoblasto se introducen de manera más profunda y para el décimo día el blastocisto está por completo rodeado por este tejido.
A los nueve días del desarrollo, la pared del blastocisto está dispuesta hacia la luz del útero y está constituida por una sola capa de células aplanadas. Tan pronto como 7.5 días después de la fecundación, la masa celular interna o disco embrionario se diferencia en una capa gruesa de ectodermo primitivo y una subyacente de endodermo. Algunas pequeñas células aparecen entre el disco embrionario y el trofoblasto, y cierran un espacio que se convierte en la cavidad amniótica.
Formación de lagunas dentro del sincitiotrofoblasto
Alrededor de 12 días después de la concepción, un sistema de conductos intercomunicantes de lagunas trofoblásticas atraviesa la capa de sincitiotrofoblasto del trofoblasto. A medida que el embrión crece, el sincitiotrofoblasto basal invade más la decidua basal materna. Tras la invasión de las paredes de los capilares deciduales superficiales, las lagunas se llenan de sangre materna.


Bibliografía:


Obstetricia de Williams 23a edición, páginas de la 23 a 54.
Embriología clínica de Keith L. Moore 8va edición, páginas de la 15 a la 20

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