martes, 24 de noviembre de 2015

Neoplasias benignas de útero

PATOLOGÍA TUMORAL BENIGNA DEL CÉRVIX

PÓLIPOS
Es la tumoración benigna más frecuente de la patología ginecológica, encontrándose con mayor frecuencia en mujeres multíparas y por encima de los 45 años.
Son con mucha frecuencia asintomáticos pero pueden dar lugar a leucorrea (pólipos ulcerados, erosionados, sobreinfectados), metrorragia esporádica o postcoital y si son de gran tamaño y ocluyen en conducto cervical pueden producir dismenorrea de diversa intensidad.
Para su diagnóstico siempre hay que realizar una colposcopia, en busca de fenómenos displásicos asentados en el pólipo. La gran mayoría de pólipos cervicales son benignos, es recomendable extirparlos siempre por varios motivos:
- El riesgo de malignizar es bajo (inferior al 1%) pero existe.
- Es necesario descartar que no se trate de un adenocarcinoma polipoide endocervical.
El tratamiento consiste en la extirpación, bien por torsión (pediculados) o bien por resección con electrobisturí (sésiles) o histeroscopía.

MIOMAS
Sólo el 8% de miomas asientan sobre el cérvix. Su componente predominante son fibras musculares lisas y al igual que ocurría con los pólipos pueden tener diversas formas y alcanzar tamaños variables.
El riesgo de malignización del mioma es prácticamente inexistente y si permanece asintomático y tiene un diagnóstico histológico que confirme que se trata de un mioma, puede plantearse una actitud conservadora.

PAPILOMAS
Producidos por el Virus del Papiloma Humano (VPH). Siempre que se observen este tipo de lesiones es necesario explorar la vagina y la vulva en busca de lesiones similares.
Histológicamente se aprecian prominencias papiliformes, revestidas de epitelio escamoso con tendencia a la hiperqueratinización y acantosis. Son generalmente asintomáticos, pero en ocasiones se manifiestan con inflamación, leucorrea o escasa metrorragia sin traumatismo.
El tratamiento más efectivo es la resección con electro bisturí. OTRAS LESIONES

PATOLOGÍA TUMORAL BENIGNA DEL ÚTERO
LEIOMIOMAS
La miomatosis uterina son tumores benignos del músculo liso del útero que ocasionalmente llegan a malignizar (<1%). Su tamaño es variable, van desde milímetros hasta grandes tumores que ocupan toda la cavidad abdominal. Están asociados a periodos menstruales abundantes, síntomas de compresión y ocasionalmente dolor. Son dependientes de estrógenos y progesterona generalmente tienen regresión en la menopausia.

Factores de riesgo
El rango de edad de aparición de los miomas uterinos puede ir desde los 20 a 70 años, con mayor incidencia entre los 35 y 45 años. La nuliparidad es un factor de riesgo para el desarrollo de miomatosis uterina y la obesidad incrementa el riesgo de desarrollar miomas por el efecto estrogénico sostenido. Por lo tanto, las condiciones que aumentan la exposición a estrógenos durante la edad reproductiva son factores de riesgo para desarrollar miomatosis uterina; tales como menarc temprana, menopausia tardía, tumores ováricos productores de estrógenos, ingesta de altas dosis y por tiempos prolongados de hormonales orales.
El rango de edad de aparición de los miomas uterinos puede ir desde los 20 a 70. El riesgo relativo aumenta 2 veces para mujeres afroamericanas.

Diagnóstico
El tacto bimanual (recto-vaginal) tiene una alta sensibilidad cuando el mioma mide más de 5 cm. Es necesario realizar la exploración bimanual a toda paciente con sospecha de miomatosis uterina.
Dentro de las pruebas diagnósticas, el ultrasonido abdominal o transvaginal tiene una sensibilidad hasta del 85% para detectar miomas de 3 o más centímetros. La histeroscopía es otro método que además de diagnóstico es también terapéutico y permite diagnosticar pólipos o miomas submucosos de pequeños elementos.

Clasificación de los miomas uterinos
Los miomas se clasifican en subgrupos según las relaciones anatómicas con las capas uterinas. Los tres tipos más frecuentes son:
*Intramural: está centrado en la pared muscular del útero
*Subseroso: inmediatamente por debajo de la serosa uterina
*Submucoso: justo por debajo del endometrio.
Dentro de la categoría de miomas subserosos, se encuentra el subgrupo de miomas pedunculados, que permanecen conectados al útero por un pedúnculo. En un 5% de las ocasiones los miomas se originan en el cuello uterino. En raras ocasiones pueden surgir en localizaciones como el ligamento ancho y la cavidad peritoneal.

Síntomas
La hemorragia es el síntoma inicial más frecuente de los miomas uterinos, pero muchos miomas se encuentran de forma incidental. La forma de hemorragia, más habitual es la aparición de un flujo menstrual progresivamente más abundante. Este sangrado puede deberse a una importante deformación de la cavidad uterina causada por el tumor.
Los tres mecanismos más aceptados, aunque no demostrados, del aumento del sangrado, son los siguientes:
      1.- Alteración de la función contráctil normal del miometrio en el aporto sanguíneo arteriolar y de pequeñas arterias subyacentes.
      2.- Incapacidad del endometrio situado por encima para responder a las fases menstruales normales de los estrógenos/progesterona, lo que contribuye al desprendimiento eficaz del endometrio.
      3.- Necrosis por presión del lecho endometrial suprayacente, que expone superficies vasculares que sangran más de lo que se observa normalmente en el desprendimiento endometrial.
La pérdida de sangre de este tipo menstrual puede ser lo suficientemente abundante como para contribuir a causar una anemia ferropénica crónica.
Otro síntoma habitual es el aumento progresivo de la presión pélvica. Puede tratarse de una sensación de plenitud pélvica progresiva, algo que presiona hacia abajo, la sensación de una masa pélvica o ambas cosas.
Estos miomas son los que se palpan más fácilmente en la exploración bimanual o abdominal, y contribuyen a una sensación grumosa o de empedrado cuando existen múltiples miomas. En ocasiones estos miomas son tan grandes que pueden llegar a causar un problema clínico poco frecuente pero importante: presión sobre los uréteres al atravesar estos la abertura superior de la pelvis, causando un hidroureter y posiblemente una hidronefrosis. A veces los miomas grandes pueden provocar síntomas urinarios o problemas con la defecación.
Otra manifestación es la aparición de dismenorrea secundaria. El crecimiento rápido de un mioma puede causar otros síntomas dolorosos, aunque es poco frecuente. Puede producir áreas de necrosis tisular o áreas de isquemia vascular subnecrotica, que contribuyen a alterar la respuesta del miometrio a las prostaglandinas de una forma similar al mecanismo descrito en la dismenorrea primaria.

Tratamiento
El tratamiento va dirigido en primer lugar contra los síntomas causados por los miomas. Si este método fracasa pueden considerarse la cirugía u otros procedimientos para la extirpación.

Tratamiento médico
Se puede reducir al mínimo el sangrado uterino mediante el uso de progestágenos intermitentes que disminuyen la intensidad de la dismenorrea secundaria y la cantidad de flujo menstrual, en caso de que sea eficaz es posible que este método conservador pueda utilizarse hasta que llegue la menopausia. Se dan en forma de anticonceptivos orales, del dispositivo intrauterino de levonorgestrel, en inyecciones de progestágenos o en píldoras.
Se ha utilizado la inhibición farmacológica de la secreción de estrógenos para tratar los miomas, esto especialmente aplicable en los años de la perimenopausia, cuando las mujeres tienen más probabilidades de tener ciclos anovulatorios.
La eliminación terapéutica de la fuente ovárica de estrógenos puede lograrse al suprimir el eje hipotálamo-hipófisis-ovario a través del uso de agonistas de la gonadotropina (GnRH) que pueden reducir el tamaño del mioma en un 40-60%. A menudo se utiliza el tratamiento antes de una histerectomía programada con el objetivo de reducir la perdida sanguínea y la dificultad del procedimiento.
La administración del tratamiento farmacológico se limita a 6 meses debido al riesgo de pérdida ósea. El tratamiento puede continuarse más allá de los 6 meses si se utiliza la terapia hormonal adyuvante para disminuir la tasa de pérdida ósea.
También se han usado otros agentes farmacológicos para el tratamiento médico de los miomas, como el danazol, pues reducen la producción endógena de estrógenos ováricos.

Tratamiento quirúrgico
La miomectomía está justificada en pacientes que desean conservar la posibilidad de tener hijos o en aquellas cuya fertilidad se ve comprometida por los miomas, que causan una importante deformación cavitaria. Las contraindicaciones para la miomectomía son el embarazo, la enfermedad avanzada de anejos uterinos y el cáncer. Las posibles complicaciones de esta incluyen a la hemorragia intraoperatoria, infección y adherencias pélvicas posoperatorias. En los 20 años siguientes se practica la histerectomía en 1 de cada 4 pacientes, la mayoría de las veces por recidiva sintomática de los miomas.
La histerectomía debe considerarse tratamiento solo en las mujeres sintomáticas que ya no van a tener hijos.

Otros tratamientos
Miólisis: Quemar los miomas mediante energía térmica por agujas o láseres.
Embolectomía de la arteria uterina: se hace utilizando partículas de alcohol polivinilo que produce un infarto en los miomas. Se observa que los tres síntomas más habituales de los miomas (hemorragia, presión pélvica y dolor) mejoran en más del 85% de las pacientes.
La cirugía con ultrasonidos guiada por resonancia magnética: un foco de ultrasonidos centrado proporciona la cantidad suficiente de energía ultrasónica hacia un punto como para elevar la temperatura hasta unos 70°C, lo que causa necrosis por coagulación y disminuye el tamaño de los miomas.



Bibliografía


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